-->

jueves, 29 de abril de 2010

La Vida imita la Muerte.







La vida imita la muerte y se regocija entre nosotros con una lujuria por momentos atrapante y por momentos, francamente vomitiva. Puede un cerdo rumiante beberse nuestras copas con una elegancia ejemplar, del mismo modo que un psicópata desprevenido se deja seducir fielmente por lo que le dictan las estrellas. Nos acostumbramos a los golpes a que un duende astronauta nos agudice con sus personajes multifacéticos y sus psico-sádicos planes operantes.

¿Puede acaso el Capitán Bogavante desfilar adictamente por los pasillos de TV como por arte de magia? Es muy común ver a nuestros padres caer en la tentación del “Culo-Shop” con la lengua entre sus manos y los ojos embravecidos sobre el tapete del Casino “Modern-Persia”. No nos sacude para nada ver a un puto de cartel viendo secar su miembro entre los culos de la colección de intachables. No nos intimida en lo más mínimo ver a un tano “Killersino” espiarnos detrás de un muro enmohecido, ¡uno se acostumbra a cada cosa! Puede el mismo diablo reinar por un par de días desde su colmena, no nos desvela su inesperada reacción. La vida imita a la muerte, y esta teatralización nos rodea destello a destello, como luces de neón en el centro de esta ciudad de artificio.

El Mercader de Surevic.







No hay comentarios:

Publicar un comentario