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domingo, 20 de noviembre de 2011

La Escalera Imaginaria de una Moneda en el Viento


La moneda ha sido lanzada.
Gira en el aire vivamente
Ilusionándome y decepcionándome
A cada escalón de aire que sube.

Su propia intriga hace que la escalera imaginaria
Ahora alcance el suelo.
El equilibrio, arma imposible de los imperios,
Ha desaparecido desde que la razón entró en el azar.

Fue en ese fugaz instante
En el que supe que ganar y perder
No son cosas que pueda decidir.
Sabía que tenía una buena relación con el viento
Al que le había regalado sueños
Y alguna que otra poesía,
Y solo era él quien podía convencer a la suerte
Que se escondía en la moneda…

martes, 1 de noviembre de 2011

El Loco Y Su Moneda


Cuenta la historia del Loco de la Moneda, que éste un día harto, de discutir con su celador, decidió expiar su bronca por medio de un escrito; una página en la cual su catarsis era letal, brillante por cierto, pero que jamás tuvo mínima repercusión ni rotación. Hace un tiempo, sin embargo, llegó a mis manos de forma, créanme, misteriosa. Propongo reproducirla, amigos, para que observemos un pensamiento indagante y concluyan individualmente, cuán ácida puede ser la locura.
Ha llegado la hora de dejarlos a solas con dicha nota:


“La libertad está en todos lados, solo hay que aprender a vislumbrarla. Maldito juego de palabras el que aboga-“Te dejo en libertad”-“¡Te dejo en libertad!”-. Debería decir: -“Te dejo ver el cielo por un momento, nada más"- Esa es simplemente “su” libertad.
Repito: la libertad está en todas partes. Imagino que incluso en el perímetro de estas cuatro paredes, hay libertad. La moneda que guardo en mi bolsillo desde hace ya varios años también es libre. Quizás no circule con el valor comercial con el que rotan el resto de las monedas, que giran en la ciudad paseándose en almacenes, o tomando forma de escasa propina en un barcito de Palermo Viejo, o sirviendo de invaluable utilidad a un enamorado que compra flores tontas a su novia. Tampoco se pasea en las grandes estructuras de la colosal actualidad como lo son cadenas multinacionales y bancos del extranjero. 
Pero hay algo de lo que estoy seguro; mi moneda ha encontrado en el calor acogedor de mi bolsillo o en el aire anestesiante que circunda mi mano, una libertad tan incalculable, que, imaginen, ha relatado a mi oído esta breve página que están leyendo.
Firmado por el Loco y su Moneda”.

El Mercader de Surevic