Neptuno

He allí 

la suerte del desdichado 

que ha decidido recavar en las miserias de su especie razonante

para intentar aprender de ellas,

y ha sido abucheado e interrumpido por una multitud irrazonable.

El que prefiere lo digerido al sabor,

no hallará absolutamente nada para tener en cuenta

en el interior de las palabras

que colman hasta el borde

cada una de las profundas transcripciones.

El problema que se le presenta a quien busca el cambio

es el de aprender a vislumbrar el momento de quedarse quieto.

No poder evitar caer en terrenos fangosos pareciera ser inevitable, 

pero vuestro transcriptor escribe una palabra más.

Escribe, 

como sembrando flores en el desierto 

y oliendo el viento que barre sobre la tundra cruel

Escribe y transmite

para no dejar semillas de sabiduría 

y belleza subterránea plantadas en el balcón.

Es así 

que las damas neptúneas 

que apresuran los tragos de la medianoche, 

los tipos del barro que aun algo comprenden,

los Apolos de antaño que bailan alrededor del fuego, 

los niños índigo del pasado y de mañana

miran con piedad la cara de los hermanos queridos del mas acá…

¡Al corazón de los hermanos queridos del más acá!