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miércoles, 18 de agosto de 2010

Vivir Es Un Acto Sensible




Vivir es un acto sensible.
Una vez que el camino se ha puesto suficientemente nebuloso, sabrá ponernos en un dilema con una fórmula que solo los caminos saben develar. Sentir el bien y el mal, el todo y la nada al mismo tiempo, pulsar tu maquinaria intuitiva desnudándola y poniéndola en feroz apareo con el instinto; abre un camino por encima de las nubes.


La luna puso en la mujer, la flor de lis en su vientre, por eso el amor maternal es blanco y luminoso. Mientras, el sol, tácito testigo de una luz en su pecho, se hizo ausente, quien sabe por cuanto tiempo. Quizás haya sido solo un guiño, tal vez no volvamos a verlo. No lo se.

La suciedad desapareció, también el brillo áurico de una copa de cristal y el silencio se adueñó del mundo de los sonidos.
Ni el fino sonido del violín que antes escuchaba desde algún hogar vecino, resplandecía. Incluso creo que mi cigarrillo se ha apagado.

Dicen que una vez arriba de las nubes, el cielo se ve pequeño.
Vivir es un acto sensible.



El mercader de Surevic

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