Luego
de sublevaciones internas inexactas,
he
encontrado el mejor sitio para habitar en el lugar que alguna vez nos quitaron,
el suelo que los dogmas han quitado de sí,
abandonándolo.
Créanme en la comodidad de la planicie, es ahí
donde habito hoy.
Perdimos respaldo pero ganamos libertad,
eso
es una ley.
Llegamos
a tener que esperar decisiones de gigantes que hablan desde pequeños balcones
para que le griten a los desangelados que nos liberaban la zona.
Eso
prácticamente lo deshabitó.
Pero
quedaron habitantes de inconmensurable riqueza.
Los
desangelados por obligación se fueron a otros terrenos.
Metrópolis que los alienaban
extraordinariamente, desangelándolos.
Es
bello sentir que te han dado el lugar en el que habitarás toda esta vida
y, en
caso de que existan, en todas las que quedan.
Me
cuesta horrores agradecerle a los monstruos,
y tampoco creo tener que hacerlo.
Les desearé que disfruten de los terrenos
espirituales que les quedan,
y disfrutaremos del que nos han dejado.
no permitiremos que alguien invada los suyos;
a
los desangelados, el limbo nos alcanza...