Se
pretende que la poesía sea infinita.
Que no
halle un puerto y encalle para siempre, flotando en el agua estancada.
Se
pretende que encuentre en el mar de tintas y pasiones su próxima estrella.
Se
intenta que la música sea infinita.
Que la
tinta azabache del sonido llene de corcheas y semicorcheas los pentagramas.
Que los
pianos rebalsen los oídos de los hombres que buscan su próxima estrella.
Se baila una danza etérea y eterna,
que es el
ritual iniciático primitivo de los clanes ancestrales sin linaje.
Que esa
danza pagana con el cosmos sea el camino exquisito de los nuevos derviches de
las estrellas
Se
procura que el canto sea infinito.
Que el
murmullo de las multitudes vacías se vuelva unísono en el silencio.
Que esa
sea la verdadera llave maestra que los transporte hasta una próxima estrella.
Se
pretende que las semejanzas que los hacen diferentes sean inocentes de toda
guerra santa que pretenda venderse a la mediocridad
conformista
siempre inconforme que superpuebla la superficie terrícola.
Se
presume que el viaje hacia la próxima estrella sea infinito.
Que no
haya puertos en las costas de la conciencia y que por fin las palabras que
colman las transcripciones, sean inmortales…