Visitas en el salón de entrada al infierno.
Mirada atenta del personal
Pasos en un pasillo decorado con cortinas de seda.
Bellas, eternas, pecadoras
Abanican a tus espaldas tu aroma a temor fresco
Lánguidas, lúgubres, vampiresas
A tus oídos, volátiles palabras de roja lujuria, susurran.
La noche cría las aves que abandonan sus pichones.
Con sus manos envejecidas los roza
Y es su aliento –vendaval de maldiciones- puñal para sus corazones.
Los seres más queridos
Inútilmente, intentan dar explicaciones de sus más corruptos actos.
Finalmente, cruel juicio,
Los romances te envejecen y la vida te da el último castigo...