Es duro envejecer, y duro es sinónimo de difícil. Ver en uno, en cada espejo en que nos reflejamos, una virtud, que -como del amor al odio-, en un solo paso se encuentra en la lista de defectos con las que el tiempo y su fiel acompañante, el destino, nos cargan hasta el fin, es realmente duro.
Las zonas que en nuestra juventud eran las más observadas y besadas de nuestra piel, cada vez menos acariciada, las vemos pauperizarse y apagarse con la herencia que el tiempo ha cedido a nuestro cuerpo y que ha grabado en nuestro alma la misma belleza.
Hubo un tiempo en que la experiencia, y su virtuosa y luminosa acompañante, la sabiduría, me abastecieron de recursos y vendimias que fueron armas de indudable filo. Hasta esa artillería es confeccionada por el tiempo, mientras elige y toma las más afiladas –las que más gratificaciones nos daban- para acribillarnos con sus defectuosas virtudes, mientras ríe sádicamente esperando nuestra cada vez más inevitable rendición.
Es difícil envejecer, y difícil es sinónimo de duro...